De qué se trata realmente "El pequeño dictador", por qué su risa suena más dolorosa que la tragedia y por qué el autor obliga al lector a mirar directamente a la locura - lea la reseña. La novela comienza con el hecho de que cierto zar, aburrido, decide atacar a un estado vecino. Lleva más de veinte años en el poder y no le gusta matar oponentes, construir iglesias, jugar hockey o montar osos polares.
Entonces él, después de leer literatura antigua, decide escribir su nombre en la historia como el gran comandante que llevó a su reino a la victoria. Aquí comienzan los acontecimientos, muy similares a los que hemos visto en los últimos tres años, sólo que a través del prisma del absurdo y desde el lado de la sociedad rusa. El dictador de Belov es muy similar al que vemos en la famosa imagen de Sasha del Barón Cohen. Igual de despiadado, torpe y estúpido.
Después de todo, toda la novela está llena de personajes coloridos que son extremadamente estúpidos y no entienden lo que están haciendo. El reino tiene dinero, tiene las mayores posesiones del planeta, la mayor cantidad de recursos naturales, pero no tiene el sentido común para vivir en paz y prosperar. Uno de los puntos fuertes es el tono: parece ligero, casi satírico y al mismo tiempo amargamente doloroso.
Te ríes y, al mismo tiempo, te sorprendes pensando que todo esto no es una abstracción. El sistema de dictadura no es sólo miedo al "superior", sino miedo a quienes aplauden. Como dice el autor: "No creo en el cuento de hadas sobre la 'gente inocente'". También es importante que la novela no sea una respuesta panfletaria oportunista. No grita consignas, no busca soluciones fáciles.
Dice: sí, es cruel, no tiene sentido, es una sociedad que funciona como una máquina, donde un "pequeño dictador" puede aparecer en cualquier lugar. Y esto es un desafío: leer, comprender, ser no sólo un espectador, sino un participante. Belov sugiere volver al pasado, no como nostalgia, sino como una advertencia. Su héroe es una imagen colectiva de todas las "personas pequeñas" que un día se despiertan con grandes ambiciones de gobernar el mundo.
Y en este sentido, la novela no trata sólo de la modernidad, sino de la eterna repetición de la historia, donde el mal siempre surge de la mezquindad, el miedo y el consentimiento tácito. El resumen nos dice que el libro es similar a "Las aventuras del valiente soldado Shveik" y "Trap-22" y es cierto. Al leer "El pequeño dictador", te sorprendes pensando que esta novela, como si no hubiera sido escrita hoy, sino hace varias décadas.
Todo en esta historia parece petrificado, al igual que la imagen del dictador. La novela está poblada por varios personajes reconocibles, desde el dictador (Putin) hasta su cocinero (Prygozhin). Sin embargo, es importante que Belov no convierta el texto en una caricatura política: sus héroes son tipos del sistema, no personas específicas.
El único antagonista del zar es un joven que accidentalmente se convierte en viceministro de Defensa e intenta detener una guerra provocada por la locura desde arriba. Este choque entre juventud y vejez, vida y decadencia es una metáfora del intento de romper el ciclo de violencia. El punto fuerte de la novela es también la narrativa, que muestra la implicación de toda la nación en el nacimiento de la guerra.
La imagen de un dictador no es sólo la de un tirano individual, sino una sombra colectiva que surgió de la indiferencia, el miedo y la voluntad de obedecer. Esto es lo que hace que el libro no trate sobre un monstruo, sino sobre la sociedad que le permite existir. "El pequeño dictador" es un libro importante porque habla de la guerra desde el otro lado del frente, desde el lado del sistema enfermo que la genera.
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