By Natali Moss
Kennedy se convirtió en presidente de los Estados Unidos. Y casi esos mismos días, el 5 de noviembre de 2024, Donald Trump fue elegido por segunda vez líder de Estados Unidos. Dos fechas, dos presidentes y dos modelos completamente diferentes de liderazgo estadounidense.
Sobre los paralelismos que se pueden establecer entre ellos y cómo sería la guerra en Ucrania si Kennedy estuviera hoy en la Casa Blanca, dijo a Focus el candidato de ciencias políticas, el experto internacional Stanislav Zhelikhovskyi. John F. Kennedy fue el líder de la era de la Guerra Fría. Para él, lo principal era mantener el equilibrio: no ceder ante el enemigo, sino también evitar una guerra importante.
Criado en una familia política influyente, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, vio el valor de las decisiones y la responsabilidad humanas. Para él, el Estado era un proyecto conjunto y los aliados eran socios en la estabilidad a largo plazo. Esto moldeó su enfoque como político, que buscaba combinar la fuerza con la diplomacia. "La crisis del Caribe de 1962 fue un claro ejemplo. Entonces Kennedy no cedió a la presión militar y no atacó primero.
Prefirió una combinación de fuerza y negociaciones, demostrando firmeza, inteligencia fría y pragmatismo. Este paso permitió evitar una catástrofe nuclear, y la diplomacia trajo un resultado real: el establecimiento de comunicación directa entre Washington y Moscú", dice Stanislav Zhelikhovskyi a Focus. Donald Trump es un tipo diferente de político.
No tiene experiencia militar, no completó el servicio civil, pero ingresó a la política gracias a su popularidad en los negocios y los medios. Su pensamiento es una categoría de beneficio, resultado "aquí y ahora", efecto político. Para él, los aliados no son socios estratégicos, sino partícipes de acuerdos de los que se pueden obtener concesiones o condiciones favorables.
Durante su presidencia, Trump firmó una serie de acuerdos con la UE, Japón y los países del sudeste y centro de Asia. Incluso se habló de su deseo de negociar con Rusia no sólo un alto el fuego, sino también cuestiones económicas, por ejemplo en materia de minerales. Moscú buscó activamente tales acuerdos, pero Ucrania pudo firmar un acuerdo estratégico con Estados Unidos y los intentos del Kremlin de influir en la situación fracasaron. "Trump actúa directa e impulsivamente.
Recordemos el incidente en la Casa Blanca, cuando la delegación de Ucrania abandonó las negociaciones después de hacer declaraciones provocativas. Una situación así habría sido imposible para Kennedy. Dio gran importancia a la imagen de los aliados y mantuvo el respeto incluso en las crisis difíciles. Trump, por el contrario, a menudo percibe las relaciones internacionales como un trato.
Por eso, su posición sobre Ucrania parece inconsistente: desde un fuerte apoyo hasta declaraciones sobre la necesidad de "acuerdos de paz" con concesiones de Kiev". continúa el politólogo. Según Zhelikhovsky, si John F. Kennedy hubiera sido presidente de Estados Unidos en 2022, al inicio de una invasión rusa a gran escala, su respuesta probablemente habría sido más rápida y precisa.
Iniciaría la movilización del Occidente colectivo y trabajaría activamente con aliados e instituciones internacionales para coordinar la ayuda a Ucrania. Kennedy, como líder de la Guerra Fría, distinguió claramente entre "amigos" y "enemigos", por lo que habría actuado de manera más coherente. Combinaría ayuda militar ad hoc con diplomacia activa (incluso a través de canales de comunicación cerrados) para evitar una escalada.
Su diplomacia sería pragmática, no populista, como la de Trump, quien a menudo está impulsado por el deseo de complacer a los votantes o cosechar dividendos políticos. Kennedy probablemente podría ser más asertivo que Joe Biden en el aspecto militar, mostrando disposición a actuar, pero dentro de una estrategia racional que minimice los riesgos de una confrontación directa con Rusia. Su principio es "la fuerza mediante la moderación".
El politólogo está seguro de que si Kennedy hubiera estado en el poder, habría apoyado a Ucrania con un flujo constante de armas, pero con un mayor énfasis en la coordinación con Europa para evitar el agotamiento de los recursos y al mismo tiempo no darle a Rusia una razón para culpar a Occidente por la escalada. También promovería alianzas internacionales en producción y logística de armas y mantendría abiertos canales diplomáticos con Moscú para evitar el chantaje nuclear.
"Trump reacciona simétricamente: habla de reanudar los ensayos nucleares, de una demostración de fuerza, pero lo hace más por efecto que como parte de una estrategia bien pensada. Esto aumenta el grado de tensión, que recuerda a la retórica de la Guerra Fría, pero sin la fría racionalidad que poseía Kennedy", afirma el experto. Durante la presidencia de Kennedy, Estados Unidos vivió no sólo la crisis del Caribe, sino también el comienzo de la guerra de Vietnam.
Tenía un carácter diferente, más ideológico que agresivo, pero se convirtió en un campo de batalla entre la URSS y los Estados Unidos. Hoy en día se pueden establecer paralelismos con la situación en Ucrania, donde Rusia, como legítima sucesora de la URSS, vuelve a actuar como un "imperio del mal". "Incluso los errores de Kennedy, como el fracaso de la operación de Bahía de Cochinos, tienen sus lecciones.
El intento fallido de invadir Cuba demostró que incluso una política analítica puede fracasar si hay falta de coordinación. Hoy en día, una situación similar puede repetirse con Venezuela, que para Trump podría convertirse en la "nueva Cuba" si intenta forzar escenarios para influir en el régimen de Maduro", continúa Zhelikhovsky. Kennedy operaba en un mundo bipolar con "líneas rojas" claras y reglas de juego claras.
El mundo moderno es mucho más complejo: amenazas híbridas, ciberseguridad, guerras de información. Su estilo de gobierno requeriría adaptación, pero el principio fundamental -equilibrio y responsabilidad- seguiría siendo relevante. "La comparación con Trump muestra que la voluntad política del líder y su estilo de comunicación influyen directamente en el comportamiento de los aliados.
Trump crea incertidumbre política con sus declaraciones contradictorias, por ejemplo, sobre los misiles Tomahawk o los "acuerdos de paz" con Rusia. Los socios europeos intentan compensar esta inestabilidad. Kennedy, por otro lado, era predecible en las crisis, buscaba crear coaliciones y fortalecer la unidad transatlántica. Una estrategia así podría fortalecer las capacidades de defensa de Ucrania en las condiciones actuales", cree el politólogo.
John Kennedy y Donald Trump son los dos polos de la política estadounidense. Uno es un símbolo de moderación, diplomacia y responsabilidad hacia los aliados. El otro es la encarnación de la impulsividad, el lucro y el espectáculo político. Si Kennedy estuviera hoy en el poder, tal vez el mundo tendría más estabilidad, pero también más exigencias de responsabilidad personal.
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