By Eliza Popova
El Príncipe de Gales, de 43 años, viajará a Río de Janeiro para presentar su premio medioambiental Earthshot, un premio de un millón de libras esterlinas para la innovación medioambiental. Sin embargo, tras el "derramamiento de sangre sin precedentes" en el que 2. 500 policías y soldados irrumpieron el martes en las favelas de Peña y Complexo de Alemao, se están intensificando las medidas de seguridad.
"Todos los ojos estarán puestos en Río mientras William esté allí y hay serios temores de que la violencia estalle nuevamente durante su estancia en Brasil", dijo una fuente de la policía de Río. El número de sospechosos arrestados llegó a 113, 81 más de lo informado anteriormente. El gobierno estatal dijo que se incautaron unos 90 rifles y más de una tonelada de drogas.
Policías y soldados llevaron a cabo una operación con helicópteros, vehículos blindados y a pie, persiguiendo a la banda del Comandante Rojo. Provocaron incendios provocados y otras acciones relacionadas por parte de miembros de pandillas, causando caos en toda la ciudad el 28 de octubre. Se cerraron escuelas en las zonas afectadas, se cancelaron clases en la universidad local y se bloquearon carreteras con autobuses utilizados como barricadas.
En la mañana del 29 de octubre, muchas tiendas permanecían cerradas en Peña, donde el activista local Raúl Santiago dijo que era parte de un grupo que descubrió unos 15 cadáveres antes del amanecer. "Vimos ejecuciones: tiros en la espalda, tiros en la cabeza, puñaladas, gente atada. Este nivel de brutalidad, este odio que prospera, no se puede llamar de otra manera que carnicería", dijo Santiago, señalando que un adolescente de Peña fue decapitado por la policía.
El gobernador del estado de Río, Claudio Castro, dijo el martes que está librando una guerra contra el "narcoterrorismo", un término que hace eco de la campaña de la administración Trump para acabar con el tráfico de drogas en América Latina. El miércoles, Castro calificó la operación de "exitosa" excepto por la muerte de cuatro policías. El gobierno del estado de Río dijo que todos los sospechosos asesinados se habían resistido a la policía.
Sin embargo, la escala y la letalidad de la operación del martes no tienen precedentes. Las organizaciones no gubernamentales y el organismo de derechos humanos de la ONU expresaron inmediatamente su preocupación por el gran número de informes de muertes y pidieron una investigación. Al mismo tiempo, los activistas locales dijeron que las redadas en las favelas de Río de Janeiro no servirían de nada.
Filipe dos Anjos, secretario general de la organización defensora de los derechos de las favelas FAFERJ, afirmó: "En unos treinta días, el crimen organizado en esta zona se reorganizará y hará lo que siempre hace: vender drogas, robar cargamentos, cobrar pagos y aduanas". "Desde el punto de vista de los resultados específicos para la población, para la sociedad, este tipo de operación no aporta prácticamente nada", añadió.
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